Un choque y una estrella
Me encontraba en el patio del Colegio Panamericano, que en realidad dejó de llamarse así hace ya varios años. Estaba preparándome para atender algún evento de la escuela, cuando de pronto se me acerca Alberto González para avisarme que me habían chocado el coche. Mi adorado Polito estaba estacionado afuera, justo enfrente de la entrada principal de la escuela, cuando se dio la colisión que lo dejó todo destartalado. La parte delantera derecha estaba deshecha, igual que mi corazón al encontrarme con esta desastrosa imagen. Lo primero que hice fue preguntar quién había sido el idiota que había chocado mi Polito, el cual no había cometido ningún crimen más que el de estar estacionado en la calle. Entonces, Alberto me señaló el lugar donde se encontraba el auto causante de la colisión casi completamente sumergido en un socavón del tamaño exacto del auto, como si una mano hubiera agarrado el carro por en medio y lo hubiera elevado solamente para clavarlo de frente en la tierra. “¿Pero cómo ...